El carnaval es una gran fiesta con mucho color, vida e historia, que se celebra una vez al año desde hace mucho tiempo en varios países del mundo. Durante al menos tres días, por la calle, la gente utiliza máscaras, disfraces y la música corre por doquier. Fiel reflejo de nuestro carácter latino, tanto en América Latina como en España es una de las festividades más esperadas y más populares.
Carnaval, quince vueltas! 'Carnaval quince vueltas y Navidad fuera cada mes, que cada día fuera Pascua y la Cuaresma nunca viniera'. La sabiduría popular ve muy claro que carnaval es una de las fiestas más arraigadas del calendario. En el caso de Barcelona, es una de las que obtiene más implicación de la gente. Por eso cada año, durante una semana, la ciudad se transforma con meriendas en que predominan la butifarra de huevo, los bailes de máscaras, los desfiles y los enterramientos de la sardina. Pero no hay carnaval sin monarca y el rey Carnestoltes llegará puntual en el centro de la ciudad el 8 de febrero, día de Jueves Lardero, para proclamar su reinado de desenfreno.
La fiesta ha cambiado mucho en nuestra ciudad desde la primera referencia documentada que hay del carnaval: una disposición del Consejo de Ciento del 1333 que prohibía el lanzamiento de naranjas y regulaba el uso de máscaras. Ahora, las ganas de divertirse y el desenfreno se mantienen intactos 685 años después. El carnaval barcelonés del siglo XXI es, sobre todo, participativo. Además, lleva implícito un grado de transgresión y, por tanto, constituye un ejercicio espontáneo de libertad individual y colectiva.
Origen del carnaval
El significado del término carnaval procede del italiano carnevale, a su vez del sintagma carne levare = retirar la carne. Es decir, evitarla; traducción del latín carnes tollendas, sintagma que todavía vive en el catalán carnestoltes.
De la voz italiana surgió la castellana “carnava”. En castellano antiguo se hablaba del antruejo: del latín introitum= entrada, porque el carnaval da inicio a la Cuaresma.
El término carnaval se impuso en el Renacimiento por el prestigio que cobró el carnaval italiano. Es un concepto íntimamente ligado al de Cuaresma, a su vez procedente del latín cuadragésima, en alusión a los cuarenta días que transcurren desde su inicio hasta Pascua de Resurrección.
Durante ese tiempo la Iglesia obligaba al ayuno en memoria de los cuarenta días que Jesús ayunó en el desierto.
¿Por qué se celebra el carnaval?
El Carnaval precede a la Cuaresma, y en previsión de los cuarenta días de ayuno que se avecinan se acentúa durante tres jornadas todo lo que la Cuaresma prohíbe: buena mesa y diversión, mucha diversión.
Durante la historia, todos los pueblos tuvieron unas fechas para el desmadre similares al carnaval:
Los egipcios celebraban hace cuatro mil años las fiestas del buey Apis en Menfis. Aquellos días la multitud de fieles tenía la vista puesta en el disco de oro que el buey sagrado portaba entre sus cuernos y cuando los últimos rayos del sol de la tarde se reflejaban en él daba comienzo una fiesta ruidosa, con música, y el griterío se apoderaba de la ciudad y todo estaba permitido.
Los hebreos celebran el Purim, conmemoración de la caída del rey persa Asuero, llamado Amán según relata el Libro de Ester, quinientos años a.C.
Los griegos celebraban en honor a Dioniso unas fiestas presididas por la tolerancia: desaparecían las clases sociales y todos los hombres eran iguales esos días.
Historia de las máscaras de carnaval
Los romanos continuaron la tradición griega y asimilaron el dios griego Dioniso al latino Baco, por eso el carnaval es continuación de las bacantes o fiestas protagonizadas por las sacerdotisas de Baco.
Dichas sacerdotisas corrían desnudas campo a través con el pelo suelto y antorchas en las manos, con un cinturón de hojas de parra como único atuendo.
¿Por qué celebramos el carnaval?
Daban gritos, acompañadas por una procesión de flautistas, tamborileros y cimbalistas, de modo que cuantos se cruzaban con esta comitiva se entregaban a los mismos excesos.
A las bacantes las seguía una multitud disfrazada de ninfas y sátiros coronados de pámpanos, con el rostro embadurnado y haciéndose los borrachos, si es que no lo estaban.
El carnaval se parece mucho a las fiestas Lupercales romanas porque ambas eran fiestas de regocijo celebradas para honrar al Fauno Luperco en una cueva del Palatino, donde se dice que la loba amamantó a los fundadores de Roma.
¿Cuál es el significado del Carnaval?
La fiesta comenzaba con el sacrificio de un perro o una cabra macho en presencia de las Vestales. Los doce sacerdotes de Fauno Luperco lucían taparrabos de piel de cabra, llevaban máscara y echaban a correr portando correas o zurriagos de piel del animal sacrificado con los que azotaban a las mujeres que se prestaban gozosas a ello porque existía la creencia de que así se aseguraban la fertilidad.
Origen de los disfraces de carnaval
En cuanto a los disfraces, hay que decir que parece que la palabra disfraz procede de la voz freza= huella, pista y la partícula negativa /dis/=borrar, quitar huellas.
¿De dónde viene el carnaval?
Es decir, el disfraz oculta el rostro de quien lo lleva: ésa es la naturaleza de la fiesta a la que sirve. Al caer el sol el disfraz era pieza importante, los esclavos imitaban así el atuendo de sus señores mientras éstos se disfrazaban de esclavos.
Era el mundo al revés en el que predominaba la extravagancia, la licencia y la locura. Era natural que la autoridad tendiera siempre a abolir estos desmadres tanto en el antiguo Egipto como en la historia reciente. Tal vez te interese saber cómo hacer un traje de bruja casero.
Historia del carnaval de Venecia
Un clásico Europeo, así es el Carnaval de Venecia, con un historia que se remonta al año 1094. Cuenta la leyenda que todo comenzó cuando unas mujeres de la entonces pueblerina Venecia fueron raptadas por unos forasteros.
Impresionante disfraz del Carnaval de Venecia
Al ser rescatadas sanas y salvas celebraron unas fiestas que se denominaron las Marías. Se hizo costumbre a festejar cada aniversario el evento hasta que con el tiempo se convirtieron en el Carnaval de Venecia
En 1797 Napoleón Bonaparte prohibió las celebraciones por temor a que se conjugaron conspiraciones aprovechando el anonimato que otorgaban los disfraces. Aunque la caída del líder Francés supuso el retorno del carnaval, se esfumó el esplendor del pasado, hasta que en 1979 se logró recuperar y readaptar a los nuevos tiempos.
En Venecia los carnavales se celebran durante 10 días y muestran al mundo una espectacular mezcla de tradición y modernidad en cada uno de sus desfiles, pasacalles y entretenidas actuaciones que duran hasta altas horas de la madrugada
Historia y origen del carnaval en España
En España degeneró: ya en tiempos de Cervantes se había convertido en ocasión casi blasfema. En 1585 se buscó su prohibición. En Madrid casi desapareció. Felipe V lo prohibió, pero volvió a legalizarlo Carlos III, en cuyo reinado se introdujeron los bailes de máscaras en casi todos los teatros españoles y americanos. Ver también: historia del teatro.
Los carnavales de Cádiz y Tenerife son muy populares en España
Fernando VII prohibió las celebraciones callejeras y permitió el carnaval sólo en lugares cerrados. Pero durante la regencia de María Cristina volvió a las calles. Eso de volver a las calles tenía su gracia en algunos casos.
Cuando en 1909 Barcelona vivía una oleada de reivindicaciones obreras muchos aconsejaron al gobernador civil Ángel Osorio que prohibiera aquel año el carnaval, pero no quiso hacerlo, sino que situó durante los festejos a lo largo del Paseo de Las Ramblas cientos de policías disfrazados de pierrots portadores cada uno de sendas estacas parecidas al as de bastos.
Se corrió la noticia y cayó en gracia, sobre todo cuando la gente se dio cuenta de que al paso del gobernador todos aquellos pierrots saludaban presentando armas, en esto caso las garrotas, como si de fusiles se tratara: aquel año el carnaval fue pacífico.
A Santiago Rusiñol, entusiasta de esta fiesta, el carnaval de 1931 le cogió en Aranjuez, en su lecho de muerte: pero deseoso de cumplir con el rito carnavalesco hizo un turbante con la toalla, colocó unas enormes narices de cartón en su cara y recibió al médico diciendo: “Hay que cumplir con la tradición”.
¿Por qué se entierra la sardina?
Algunos se preguntan por qué se entierra la sardina en Latino América y España. En Italia, se hace con un monigote; en Alemania, un pez de madera o cartón; en lugares del Báltico, un animal. La cuestión era quemar, porque el fuego es expiación y fin brusco de las cosas.
Se hace además, precisamente en el momento en que comienza la prohibición de comer carne, es decir: el inicio canónico de la Cuaresma: ¿no sería más razonable enterrar la carne?
Lo sería, pero nos encontramos ante un acto de protesta propio del ánimo de quienes ven acabarse la fiesta; antaño fue un rito anticlerical.
Se acataba lo dispuesto por la liturgia a regañadientes: a los cristianos les esperaban muchos días de castigo gastronómico y se exteriorizaba el disgusto haciendo lo contrario de lo que se mandaba.
De todas formas, al principio no se enterraba sino que se quemaba, práctica campesina que hunde sus raíces en el mundo antiguo como rito de una primavera que se adivina cercana.
Era también vísperas del año nuevo, que en la Antigüedad comenzaba en marzo. En las culturas antiguas las dos fiestas se seguían, ya que el carnaval es un periodo litúrgico movible, sin fecha fija, a remolque de la Semana Santa y de la Pascua judía.
En aquellas celebraciones el fuego era un elemento primordial. Lo que se quema al final del carnaval es el carnaval mismo representado por un objeto simbólico.